Dos mujeres protagonistas de un universo creado para su deleite. Placeres dispuestos para el disfrute de dos sentidos; la vista y el gusto.
La composición de cada una de nuestras obras es clara, los personajes femeninos se disponen en el centro como un eje del que parte el escenario y el resto de los elementos. Cada uno de estos es sabiamente escogido para transmitir un mensaje, la vanidad y deleite que desembocan los sentidos. Las estancias donde se desarrolla la escena son gabinetes de curiosidades.
Por un lado el lote 35310192, la “kunstkammer” de un rico coleccionista que ha atesorado “la curación del ciego de Rubens” o una escultura en bronce del Rapto de Hipodamia además mesas repletas de joyas, conchas, relojes o monedas que ruedan hasta caer por el suelo. Esta exuberancia nos convierte en un personaje más del cuadro ya que estamos sintiendo un efecto similar de disfrute con su contemplación. La alegoría de la vista tiene dos sutiles detalles que trascienden a los tesoros materiales, uno seria la naturaleza que se manifiesta detrás de los muros de la estancia y los globos terráqueos donde se intuye el nombre de América en una clara alusión a todo el mundo que está todavía por ver y descubrir.
El gusto es un banquete que cuenta sólo con una invitada (lote 35310193). La dama ocupa un puesto de honor tan claro que todo cuando la rodea esta exhibido para que lo escoja. Cerca de una cuarentena manjares en el salón; piezas de caza penden del techo, frutas desbordando de la mesa, bandejas como la que porta el sátiro apenas tiene hueco sobre un mantel incapaz de contener tanta comida.
Dos escenas se desarrollan en el fondo, una inerte con el cuadro del Banquete del Rico Epulón y una llena de vida y realismo, el almuerzo en una casa flamenca con convidados a la mesa, cocineros y criados en un ambiente de profunda cotidianeidad. Distintos mundos conviven en el mismo cuadro siendo la escena principal un derroche de exquisiteces.
¿Por qué toda esta opulencia? .¿Cuál es el mensaje que esconden las pinturas?. El lenguaje barroco empleado sugiere tanto un deleite de la contemplación de cosas bellas como un mensaje moralizante: arrastrarnos por los placeres de los sentidos puede consumirnos. La mejor manera de entender esta idea es a través de los monos que intercalan las escenas. De forma discreta interpretan un papel humano. Sus actitudes ridiculizan el propio comportamiento del hombre, la embriaguez, la gula, la vanidad entre otros pecados son puestos de manifiesto como una alerta para el espectador. El arte aquí puede jugar con nosotros y plantearnos dos caminos tras ver las obras: seguir el consejo del autor y huir de los excesos, o por el contrario dejarnos llevar por los placeres de los sentidos tras ser tentados por ellos.