No es probable que se conocieran uno al otro, pero indagando un poco en las aportaciones del catalán Pere Cosp y el francés Jean Prouvé en el ámbito del diseño moderno salen a relucir sugerentes correspondencias.
En ambos artistas, una formación inicialmente artesanal sirvió de resorte para desarrollar investigaciones novedosas en técnicas y conceptos. Jean Prouvé, hijo de ebanista adscrito al movimiento Art Nouveau, pasó por talleres de herrería artística en Nancy antes de instalarse en París, donde sería una figura clave del diseño moderno. Pere Cosp, por su parte, nació en el seno de una familia barcelonesa de restauradores y doradores, por lo que desde temprano entró en contacto con todos los oficios vinculados al mobiliario y la decoración.
Uno y otro coincidirían en asignar prioridad al trabajo en equipo, involucrando a todo un abanico de profesionales. Asimismo, ambos consagrarían una atención personalizada a los espacios donde iban a ir destinadas sus piezas de diseño, cuando se convirtieran en referentes de sus respectivos campos de creación, recibiendo importantes encargos públicos y privados.
Tanto el francés como el español volcaron en sus creaciones una personalidad multifacética, fruto de sus inquietudes intelectuales y su capacidad para establecer sinergias con otros gremios.
El gran mérito de Cosp es que desbrozó un camino nuevo en un ambiente apegado a gustos clasicistas. Contribuyó a renovar tendencias, introduciendo en los años cuarenta y cincuenta diseños a los que no le harían sombra las grandes firmas europeas del movimiento moderno. Fue un vanguardista avant la lettre, sin nada que envidiar a la efervescencia coetánea en las capitales del diseño.
Uno y otro coincidirían en asignar prioridad al trabajo en equipo, involucrando a todo un abanico de profesionales. Asimismo, ambos consagrarían una atención personalizada a los espacios donde iban a ir destinadas sus piezas de diseño, cuando se convirtieran en referentes de sus respectivos campos de creación, recibiendo importantes encargos públicos y privados.
Tanto el francés como el español volcaron en sus creaciones una personalidad multifacética, fruto de sus inquietudes intelectuales y su capacidad para establecer sinergias con otros gremios.
El gran mérito de Cosp es que desbrozó un camino nuevo en un ambiente apegado a gustos clasicistas. Contribuyó a renovar tendencias, introduciendo en los años cuarenta y cincuenta diseños a los que no le harían sombra las grandes firmas europeas del movimiento moderno. Fue un vanguardista avant la lettre, sin nada que envidiar a la efervescencia coetánea en las capitales del diseño.
Prouvé, en cambio, se codeó con figuras estelares como Le Corbusier y Pierre Jeanneret, pero sus primeros pasos en talleres de forja y carpintería dejarían mella en su forma de entender el diseño. Prouvé hizo de la escasez de posguerra un estímulo para dar rienda al ingenio creativo: casas prefabricadas de concepto revolucionario, mobiliario para colectivos (de su autoría son las míticas silla Standard y la EM table), sinergias entre artesanos y arquitectos…
Cosp también supo responder a las demandas de su época ganándose la confianza de la alta burguesía catalana, cuyas casas redecoró introduciendo en ellas flamantes aires revolucionarios a través del diseño de lámparas, mesas, estantes y dormitorios completos.
La subasta de Setdart del 8 de marzo nos brinda la oportunidad de hacer un estudio comparativo entre piezas clave de ambas figuras. Tomemos dos lámparas que están actualmente licitándose, dos lámparas señeras para la historia del diseño y “entrecrucemos sus focos”. De ello resultará un estimulante juego de luces. Nos referimos a la pareja de lámparas con pies de hierro forjado de Pere Cosp, procedente de una casa de verano situada en Sant Andreu de Llavaneras con interior diseñado por entero por el autor en 1948-1949) y la icónica lámpara “Potence” de Jean Prouvé, una de sus piezas más reputadas por la confluencia de austeridad y elegancia.
Mientras que Prouvé somete al acero tubular a la mínima expresión dotándolo de la máxima intención, Cosp despliega un ingenio casi pre-pop al integrar un juego de bolas negras con formas elípticas. El lenguaje de uno y otro difiere, pues cada uno brilla con el aura de su genialidad, pero ambos se adscriben de lleno al movimiento internacional de mediados del siglo XX. La maleabilidad impresa al metal y el trazado vanguardista perforando el espacio con formas rompedoras los sitúan en primera línea, despuntando entre las piezas más propositivas de un momento clave para la historia del mueble y el diseño moderno.
Cosp, representado en el Museo de Artes Decorativas de Barcelona, y Prouvé, algunas de cuyas obras se conservan en el Museo Pompidou de París, son dos nombres que encabezan los principales capítulos del diseño universal de los años cincuenta.