La senda hacia el Renacimiento, pintura española hacia 1500

El siglo XV es quizá una de las etapas de mayor relevancia de la historia y el punto de inflexión en el camino hacia el mundo moderno. Este tiempo de cambio es el escenario en el que paulatinamente se abandona el Medievo hasta la llegada del Renacimiento. Es una época de prosperidad económica y de auge de una burguesía que, al igual que la Iglesia y la aristocracia, se convertirá en mecenas del arte. El caso español es especialmente rico por la condición de ser una península con distintos reinos y sus correspondientes influencias del exterior.  Los hidalgos de Castilla, por ejemplo, obtenían lucrativos beneficios con la exportación de lana merina por toda Europa, especialmente en los territorios flamencos, como Brujas o Amberes. Esta fructífera relación comercial permitió la llegada de obras maestras del llamado Gótico Internacional y posteriormente de los Primitivos Flamencos. Su impacto en los artistas locales fue crucial hasta el punto que se empezó a imitar no solo la iconografía, sino también la forma de tratar los tejidos, el paisaje o los gestos de los personajes que se aceraron a la realidad ofreciendo un realismo sin precedentes.

La próxima subasta de Setdart, del 22 de junio, acoge un grupo sobresaliente de obras de este periodo en el que destacan las cuatro tablas de Gil de Encinas (lote 35300602) donde se aprecia perfectamente como Flandes dejó su impronta en los artistas de Castilla. En estas pinturas, procedentes de la predela de un retablo, podemos observar cómo se está produciendo la evolución hacia el gusto Renacentista con una mayor expresividad de los personajes y con la inserción de ruinas clásicas en los fondos. La siguiente obra de nuestro catálogo ejemplifica con claridad esta transición, “La Natividad “ de Alejo Fernández

El otro reino español con mayor hegemonía durante el siglo XV fue Aragón, el diverso conjunto de territorios que agrupaba Zaragoza hasta Valencia, las tierras catalanas o Mallorca. Un reino que miraba al Mediterráneo y que estaba profundamente marcado por su relación con los puertos comerciales. No tenemos que olvidar que su presencia aquí era la de un imperio con posesiones y conquistas en Cerdeña, Grecia o Sicilia. El fuerte vínculo con Italia se aprecia dentro de la escuela aragonesa. Los avances en perspectiva, el uso del color o los magníficos fondos en pan de oro y estofados son de clara influencia italiana. Todos estos rasgos pervivieron hasta casi el siglo XVI, casi como señas de identidad de los maestros aragoneses.

Ofrecemos como excelentes ejemplos del gótico tardío en la Corona de Aragón estas dos tablas del maestro Juan de la Abadía con escenas sobre la vida de San Juan Bautista.  Las arquitecturas en vivos colores recuerdan a obras de Giotto y, el cielo dorado, a trabajos toscanos, solo por mencionar algunas de las características más cercanas a modelos italianos.

La península Ibérica fue el punto de confluencia de las principales corrientes artísticas del siglo XV. El comercio y la conquista aceleraron el proceso de cambio desde el gótico hasta el Renacimiento. Las escuelas castellana y aragonesa consiguieron aunar en su pintura las tradiciones flamencas e italianas dando como resultado una identidad propia y única en toda Europa.

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