Setdart licita una interesante colección de bronces procedentes de las colecciones de los viajeros que recorrieron las principales capitales europeas en el siglo XIX. Más de cincuenta lotes se dan cita para saciar nuestras ansias exploradoras.
Si uno hubiera sido aristócrata en los siglos XVIII o XIX habría podido completar su formación con un periodo de viajes (entre ocho meses y ocho años) por el continente europeo. Al cumplir los 21 años, acompañado de un tutor, y con Italia como destino clave, habríamos aprendido sobre política, cultura y, como no, de arte.
A nuestro paso por Francia hubiésemos ido directos a París, donde recibiríamos clases de francés, equitación o esgrima, codeándonos con la sofisticada sociedad parisina, lo que nos ayudaría sobremanera para refinar nuestros modales y hacer gala de nuestras nuevas habilidades de vuelta a casa.
Ni que decir tiene que en Roma habríamos sido víctimas de un síndrome de Stendhal y, una vez recuperados, caídos en el irrefrenable deseo de adquirir para nuestras colecciones modelos en bronce de cuantas maravillas en mármol nos hubieran dejado sin aliento a nuestro paso por la península italiana. Estas soberbias piezas son el fruto de una fascinación por el arte grecorromano y, con el deseo de poseer un trocito de la historia de Occidente, artistas del bronce pusieron toda su destreza en emular la escultura del pasado, cenit de la creación artística.
Busto italiano de mármol blanco del Joven Augusto, s. XIX.
Lote 35254038.
De entre las piezas que se licitan en esta subasta destacan algunas que beben directamente de modelos arqueológicos de la antigüedad grecorromana, como pudiera ser el lote 35253998, el cual representa a la Venus Calipigia, cuyo original fue desenterrado en Herculano en el siglo XVIII y, en la actualidad, descansa en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles. Otro buen ejemplo de estas reproducciones lo encontramos en el lote 35254024, esta vez con Diana Cazadora, cuyo modelo original proviene de un bronce griego del siglo IV a. C. Las parejas de bustos, como el de Diana y Apolo, tuvieran también una muy buena acogida entre los coleccionistas, en ocasiones versionando piezas de mayor tamaño y de sobra conocidas, como el Apolo de Belvedere en un formato menor, lo que bien podemos ver en el lote 35254004.
Pero no sólo de escultura vivieron los broncistas del XIX, pues las artes decorativas fueron a su vez proveedoras de modelos altamente exitosos. Uno de los más fecundos fue el Vaso Warwick, representado en nuestra subasta por los lotes 35254014 y 35254011.
Gracias a este tipo de piezas los más distinguidos viajeros pudieron llevar consigo verdaderas obras de arte creadas por los mejores artistas del momento, recuerdo de su inolvidable estancia, una suerte de memorias que, más de un siglo después, cuentan con una entidad propia, pues nos hablan de experiencias que configuraron el pensamiento de las élites europeas de los siglos XVIII y XIX y que, hoy, pueden ser adquiridas por cualquiera de nosotros para seguir escribiendo su propia historia en las colecciones contemporáneas.